Según Rafael Echeverria, creador de la Ontología del Lenguaje y uno de los padres del Coaching Ontológico, “el modelo de la empresa basada en el temor y en la práctica del mando y el control es insuficiente. Las nuevas relaciones de trabajo deben estar basadas en la confianza, esta es la clave de la empresa del futuro, lo que permite autonomía responsable en sus empleados y la gestión de resultados”, el modelo del control se ha manifestado como una estrategia que limita el hacer de las personas, tanto de quienes lo ejercen en exceso, como de quienes son sujetos pasivos de aquellos, pero ¿y en las relaciones personales, familiares o afectivas?, ¿sucede igual?, la respuesta es sencilla: sí.control.3

La persona que vive en el control, quizás pretenda dar la imagen de ser fuerte y estar segura de sí misma, pero detrás de ello lo que puede aflorar es inseguridad.

La necesidad de control no es más que una quimera, que se puede expresar en términos de un sueño: controlar todo y a todos, con un enunciado imposible de cumplir, y por lo tanto, condenado a la insatisfacción.

Quien se identifica a sí mismo en busca de que todo transcurra de una determinada forma, con dificultades a la hora de delegar en el trabajo, viviendo el error como un fracaso, con una expectativa sobre el desarrollo de las cosas en términos de lenguaje binario, o bien, o mal, sin matices, verá también afectado su propio entorno familiar y afectivo, en relación a lo que hacen sus amigos, hijos o pareja, con el desgaste personal que ello supone, y un alto nivel de estrés agregado, tanto para quien lo ejerce en primera persona, como para quienes son sujetos pasivos de su necesidad de control. La tensión condicionará esas relaciones.

aprendizajeEl coaching es una adecuada herramienta para las personas que enfocan el reto de liberarse del exceso de control en sus relaciones, bien personales, bien profesionales.

La necesidad de ejercer el control estará vinculada a unos niveles de confianza insuficientes, tanto respecto a los demás, como en la propia autoconfianza. La dificultad para delegar tareas, en cualquier ámbito, se sustentará sobre alguna dificultad, bien en la competencia, sobre la técnica de las cosas a hacer, bien en la credibilidad, en el creer en lo que se hace, bien en la sinceridad en el mensaje y en su comunicación.

La aplicación de la distinción “Exigencia Vs. Excelencia” es otra interesante herramienta a trabajar para superar la excesiva necesidad de control. Al vivir desde la exigencia, la falta de control, llevará a percibir como un fracaso cada acontecimiento que no se desarrolle en la expectativa planteada, sin embargo vivirlo desde la excelencia, dejando que las cosas sucedan con liviandad, nos descubrirá nuevos perfiles de la realidad y de quienes nos rodean, brindándonos la oportunidad del aprendizaje y la reflexión sobre qué cosas podríamos haber hecho diferentes en relación a un acontecimiento en concreto.

Tratar de imponer una cierta voluntad sobre lo que sucede puede tener su origen en una victimización sobre determinadas cuestiones que ocurren al margen de nosotros propios. Frente al rol de víctima sobre lo que un compañero de trabajo pueda hacer, o un subordinado, un amigo, un familiar o, incluso, dentro de las relaciones afectivas, se debe anteponer la propia responsabilidad sobre lo que sí está en nuestras propias manos para que aquello no ocurra, quizás con el descubrimiento de que lo que pueda faltar sea una conversación pendiente, a través de la cual hagamos partícipe a la persona con quien interactuemos en ese momento de lo que nos sucede con las cosas que él hace, en fondo y forma.sonrisa_mueca

La necesidad del exceso de control está conectada con la búsqueda del perfeccionismo, que quizás suene bien, pero la realidad es que nada, ni nadie, es perfecto, y lo mejor es aceptarlo cuanto antes, en cualquier ámbito, ni nuestros comentarios serán siempre acertados, ni nuestro hacer inmejorable. Trabajar la vulnerabilidad será otro paso necesario para liberarse del exceso de control, hasta aceptar las cosas como son, ¿acaso hay algo más humano que el error?, como dice David Viscott: “…aceptar nuestra vulnerabilidad, en lugar de tratar de ocultarla, es la mejor manera de adaptarse a la realidad”.

Otro interesante vector de acción a trabajar en relación a superar el exceso de control es el concepto de generosidad, tanto cuanto a las cosas que podemos regalar a los demás: escucha, empatía, comprensión, incluso nuestro propio “feedback” sobre las cosas que hacen, como las hacen y como nos afectan, pero también siendo receptivo a la generosidad de los demás, dándoles espacio para poder recibir sus dones, como regalos, y para que ellos mismos se expresen, enriqueciéndonos con su hacer.

Las personas excesivamente controladoras suelen disfrutar más planeando un viaje, que realizándolo, la expectativa sobre las cosas que tienen que pasar, pueden llegar a condicionar el momento presente, para sí mismo y para los demás. Está bien ser organizado y sentirse bien en la dirección en que uno va en el camino, pero, al menos, tan importante como eso, es fluir y dejar espacio para que la vida nos sorprenda; cada día es diferente y algo de incertidumbre sobre lo que puede suceder en cada segundo, acerca a la felicidad.

¿Realmente quiere el controlador dejar de serlo?, y antes de eso ¿sabe el controlador que lo es?. Muchos retos planteados por los coachees durante un proceso de coaching se inician enunciando un objetivo motivador, que, con las adecuadas preguntas del coach, llega a revelarse relacionado con el exceso de control.

Control.2Más confianza, superar los miedos, vivir desde la excelencia, sin exigencia, superar el victimismo, haciéndose responsable de la situación, mostrando vulnerabilidad y con generosidad, son algunas herramientas que el coach pondrá a disposición del coachee cuyo reto sea superar el exceso de control, pero no los únicos. El coach desde la fortaleza de su conocimiento y su maestría, escuchará con la paciencia de un sabio y preguntará con la curiosidad de un niño.

Menos control, sobre nosotros mismos y sobre los demás, será un paso adelante para dejarnos fluir en las buenas cosas que tiene la vida y acercarnos a ese concepto, tantas veces repetido, de la felicidad. Confía en tu intuición sin transformarla en certidumbre.

¡Atrevámonos!.

Mario Martín Lucas, coach certificado por ICF.