IResilienciamagínate en un paseo por el campo en el cual, y de improviso, te sorprendiera un vendaval, con vientos de más cien kilómetros. Al margen de  tu propia dificultad para caminar en él, los árboles que te rodean se convertirían en peligros, a través de la posibilidad de que  alguna de sus ramas cayera, tronchada al suelo, pudiendo lastimarte, con el agraResilienciavante de que cuanto más grande fuera el tronco, más imponente su copa y más extensas sus ramificaciones, más grande sería la amenaza de poder recibir un impacto sobre tí.

Sin embargo, en ese mismo marco, en esas mismas condiciones meteorológicas, otro integrante de la familia de las plantas, como el junco, aún plegándose frente al fuerte viento y aún llegando a tocar el suelo con sus cañas, no sería víctima de sus consecuencias. 

El junco no tiene las poderosas raíces de un árbol, ni su grandioso aspecto, pero sí tiene flexibilidad para dejar pasar el viento, adaptándose a las circunstancias.

El junco no tiene las poderosas raíces de un árbol, ni su grandioso aspecto, pero sí tiene flexibilidad para dejar pasar el viento, adaptándose a las circunstancias, y la capacidad de recuperar su habitual aspecto, y hábitos, una vez las condiciones vuelvan a la normalidad.Resiliencia

La diferente forma de verse afectado por un fuerte viento, entre un gran árbol y un junco, nos muestra, de forma alegórica, la dualidad de enfrentar el concepto resistencia, con el concepto de resiliencia.

Resiliencia Vs. Resistencia

En el caso del árbol y el junco son los condicionantes meteorológicos lo que marcan su diferente forma de responder a la realidad que sucede, en el caso de los seres humanos la vida de cada persona, de cada uno de nosotros, también tiene un entorno cambiante, en el que a veces el sol brilla, el horizonte se ve limpio, sin amenazas, y todo parece fluir a nuestro alrededor; sin embargo en otras ocasiones los nubarrones se imponen en nuestro entorno, aparecen las tormentas y nuestro paso por el camino, que parecía trazado, se complica en forma de diferentes dificultades que nos sobrevienen, e, incluso, profundos y radicales cambios acaban con las certezas que creíamos que nos acompañarían siempre.

Hay personas, que como el gran árbol, de firme raíz, robusto tronco y voluptuosa copa de ramas, presentan batalla frente a los imponderables, enfrentándose frontalmente a ellos, hasta ver caídas partes de su propio ser en la desigual batalla, son quienes optan por la estrategia de la resistencia.

La resiliencia parte de la capacidad del ser humano para aceptar, con flexibilidad, las situaciones límites que se puedan presentar, aprovechándolas para crecer.

Por contra, la estrategia de la resiliencia parte de la capacidad del ser humano para aceptar, con flexibilidad, las situaciones límites que le pueden  presentar a cada individuo, sobreponiéndose a ellas, para salir fortalecido.Resiliencia

La resistencia al cambio nos destina al sufrimiento. Ante situaciones como la pérdida de un ser querido, una ruptura sentimental, la perdida de un puesto de trabajo o un accidente, debemos transformar las emociones que nos invaden, dándonos espacio para su necesario duelo, pero aprovechando esas experiencias para proyectarnos al futuro. Sin negar el dolor, pero sin aferrarnos a lo sucedido, evitando quedar anclados a ello.

Una persona resiliente cree en sí misma y en las capacidades de su entorno, para trabajar la realidad con la necesaria dosis de optimismo, aún siendo consciente de los imponderables que le afectan.

Cada día tiene su afán” (refranero español)

ResilienciaDice el refranero español que “cada día tiene su afán”, y efectivamente es así, en el pasado ya no podemos actuar y la única manera de trabajar el futuro es viviendo el presente: el hoy, pero debemos ser conscientes que el placer o el bienestar como expresiones de la felicidad, por su propia esencia, no pueden ser permanentes y que no podemos ni negar el dolor, ni los momentos menos boyantes.

Racionalizar lo que sucede cuando nos  enfrentamos a ello y las emociones que nos afloran, aceptándolas, formarán parte de la necesaria resiliencia que permitirá que nuestro interior, nuestra mente, nuestro cerebro, imite al junco y sea capaz de doblegarse, comprendiendo nuestro entorno… sin hacernos daño.

Lo bueno y lo malo forman parte de nuestra vida, y la resiliencia nos permite navegar por los momentos difíciles que atravesamos, sin perder la brújula y manteniendo el rumbo elegido.

“Cuando mi sufrimiento se incrementó, pronto me dí cuenta que había dos maneras en las que podría responder a la situación: reaccionar con amargura (resistencia) o transformar el sufrimiento en una fuerza creativa (resiliencia). Elegí esta última” (Martin Luther King)

ResilienciaLa gran metáfora de la resiliencia sería saber utilizar el desencadenante de un cambio abrupto en nuestras vidas, actuando con él igual que las ostras cuando reaccionan a partículas extrañas que identifican en su propio organismo, cubriéndolas a base de nácar, hasta elaborar dentro de sí bellas perlas, utilizadas como joyas desde la época de los fenicios.

El reto sería, igual que hacen las ostras, aprovechar esos aprendizajes y experiencias que nos llevan al cambio para crecer y evolucionar en positivo,  lo cual ilustró muy acertadamente Martin Luther King al afirmar que “Cuando mi sufrimiento se incrementó, pronto me dí cuenta que había dos maneras en las que podría responder a la situación: reaccionar con amargura (resistencia) o transformar el sufrimiento en una fuerza creativa (resiliencia). Elegí esta última”, y yo te invito a que incorpores la resiliencia entre tus rasgos y hábitos, porque es algo que se puede trabajar y aprender, no un don que únicamente afecte a unos cuantos privilegiados.

No es la especie más fuerte la que sobrevive, ni la más inteligente, sino la más receptiva al cambio” (Charles Darwin)

Artículo publicado en @elespanolcom el 06/08/2019: https://www.elespanol.com/blog_del_suscriptor/opinion/20190806/resiliencia/419278072_7.html