La comunicación es un arte, entendida como la capacidad de transmitir ideas o conocimientos, así como de recibir información, pudiendo adoptar, en ese proceso, el rol de sujetos emisores o receptores.
De una manera u otra, todos hacemos uso de la comunicación, interactuando con terceros; se puede tratar de instrucciones, de palabras de afecto, amor o cariño, quizás de explicaciones o de expresar deseos, así como de cualquier otra necesidad humana.
“Lo importante es saber cuándo hablar y cuándo quedarse callado” (Séneca)
Para la comunicación hacemos uso de las palabras que por el solo hecho de ser utilizadas operan como agentes de creación de realidad, pensemos que el hecho de expresar por nuestra boca la palabra “mesa”, hace que quien nos escucha visualice en su cerebro lo que entendemos por una mesa, con lo cual se sustancia el hecho de crear realidad.
Pero el proceso comunicativo no solo es el resultado de lo que objetivamente se expresa con unas determinadas palabras, ya que hay elementos que tienen un efecto en él, más allá de lo que se dice con ellas.
“El lenguaje es el vestido de los pensamientos” (Samuel Johnson)
Básicamente hay dos canales en la comunicación, en los que se utilizan palabras, que tienen un comportamiento diferente del uno al otro, el oral y el escrito, pero incluso en cada uno de estos procesos comunicativos existen sus propias peculiaridades, así podemos afirmar que una comunicación real tiene diferentes particularidades si se realiza “cara a cara”, a la vista de nuestro comunicante, con lo cual lo que se conoce como “comunicación no verbal”, o gestual, tendrá un peso determinante en el efecto final de la comunicación, pero incluso en una comunicación oral, a distancia, por ejemplo telefónica, el tono empleado, o el énfasis puesto en determinadas palabras, condicionará, también, la percepción final sobre ella.
La diferencia esencial entre comunicación oral y escrita, es que la primera es captada por el oido, mientras que la segunda lo es por la vista, pero más allá de eso, que no es poco, las distinciones entre ambas afectan, fundamentalmente, a los códigos, o claves, con que operan cada una de ellas con el lenguaje, ya que, una y otra, son formas de expresión que afectan a una misma lengua. Es evidente que no es lo mismo la interpretación al escuchar determinada cosa, que al leer su texto escrito.
«La palabra sabia es aquella que, dicha a un niño, se entiende siempre aunque no se explique» (Miguel de Unamuno)
Pero, quizás, la diferencia fundamental a la hora de la comunicación, y de la elección del canal, oral o escrito, se inicia en el emisor, que al optar por recurrir a la comunicación escrita aporta un punto de reflexión, y de calma, al elegir las palabras y la manera en que ordenarlas, orientadas a cumplir con su objetivo en el proceso comunicativo; pudiendo ser corregidas las veces que se considere necesario. Se podría decir que la comunicación escrita es la idónea para procesos formales.
Por contra, la conversación oral (el habla) es el canal idóneo para el día a día y los asuntos que, por si mismos, son informales, presentando otra peculiaridad, nada baladí, cual es la retroalimentación por parte del receptor, capacitado a añadir una respuesta inmediata, que puede a llegar a desviar el tema inicial. Sin embargo, en la comunicación escrita solo hay una vía, la del emisor que redacta y escribe el texto elegido.
Las palabras se las lleva el viento.
“Las palabras se las lleva el viento” es una frase ampliamente repetida y refleja lo que sucede con las conversaciones que soportan la comunicación oral, ya que su registro se pierde, no queda archivo de ello, sin embargo en la comunicación escrita, cada palabra empleada permanece en su misma posición en todas las ocasiones en que el texto sea releído. De tal modo, podemos decir que lo escrito es perpetuo y se conserva a la largo del tiempo; mientras que lo dicho en una comunicación oral, en cualquier conversación, tiene un efecto no duradero, cuyo recuerdo siempre será parcial, y quizás interesado, para cada uno de los intervinientes en ella.
Cualquier persona habla, y se comunica, a través del uso de palabras; todas las personas participamos en conversaciones. Sin embargo es curioso que aunque se aprenden diferentes idiomas, no es habitual realizar una formación para hacer el uso del habla, más allá de las técnicas para la oratoria. Sin embargo la comunicación escrita sí requiere el conocimiento de diferentes códigos del idioma, empezando por los ortográficos y gramaticales, para llegar a desarrollar, mediante el aprendizaje, la habilidad de escribir. Podemos decir, por tanto, que la comunicación oral es natural, mientras que la comunicación escrita requiere el conocimiento de determinados códigos y que, por tanto, es artificial o, al menos, más elaborada.
“La capacidad de vender, de comunicar con otro ser humano, cliente, empleado, jefe, esposa o hijo, constituye la base del éxito personal. Las habilidades de comunicación, como escribir, hablar y negociar son fundamentales para una vida exitosa” (Robert Kiyosaki)
Comunicación oral o comunicación escrita, ambas son partes del todo de la comunicación y ni es mejor una o la otra, de lo que se trata es de emplear la mejor herramienta para cada situación, no parece razonable utilizar la comunicación escrita entre los familiares con los que vivimos en nuestra casa, pero tampoco parece adecuado utilizar la comunicación oral en ciertos procedimientos que requieren un mínimo de forma y de registro, elijamos según el qué, el cómo, el cuándo y el con quién, dándole la importancia que tiene al proceso comunicativo, porque ¿hay algo que podamos hacer en nuestra vida, sin comunicación?.
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