¿Tienes aullidos dentro de tí?
¿Tienes aullidos dentro de tí?, ¿los sientes?, ¿luchas contra ellos, intentando que no afloren?…
Cuenta la leyenda que un anciano “cherokee”, queriendo transmitir sabiduría a su nieto, le llevó a un paraje de una gran belleza, para hablarle, en soledad, de esta manera: “En mi corazón viven dos lobos, uno es blanco y el otro es negro. El blanco es amoroso, bueno y gentil, solo combate cuando tiene que cuidar a los demás o a él mismo. El negro es violento y ante cualquier eventualidad desata su ira y enojo, pelea sin razón, está lleno de ira y odio, solo causa problemas”.
Cuando el nieto le preguntó quién será el que gane la batalla, el abuelo le respondió: “Ambos, porque si solo me dedico a alimentar al lobo blanco, el negro se esconderá y lo atacará cuando me descuide. Y si le presto atención solo al lobo malo, será más fuerte y usará su energía negativa cuando lo crea conveniente. Por ello, ambos lobos deben convivir en armonía y equilibrio”.
“En mi corazón viven dos lobos, uno es blanco y el otro es negro».
“¿Cómo es posible que los dos sean vencedores?”, quiso saber el niño. El anciano indicó: “Porque el lobo negro tiene algunas cualidades que podemos necesitar en ciertas situaciones, es temerario y determinado, también es astuto y sus sentidos están muy aguzados. Sus ojos acostumbrados a las tinieblas pueden alertarnos del peligro y salvarnos. Si le doy de comer a ambos, no tendrán que luchar encarnizadamente entre sí para conquistar mi mente y así yo podré elegir a qué lobo recurrir en cada ocasión”.
El enfado, la ira, el enojo, la rabia, etc… son respuestas de nuestro organismo en rechazo de algo que nos molesta, pero no debemos reprimirlas, ni esconderlas o ignorarlas como si no existieran, porque su acumulación harían que rebosasen en nuestro interior, pudiendo llegar a hacernos perder el control; lo que debemos hacer es comprenderlas, entender lo que está sucediendo y reencauzar esos sentimientos.
El enfado, la ira, el enojo, la rabia, etc… son respuestas de nuestro organismo, que no debemos reprimir, sino encauzar.
Cuando ello ocurra, busca un lugar tranquilo, y solitario, en el que puedas dar rienda suelta a esas emociones (ira, enojo, rabia, etc…) y desahógate sin causar daño a nadie; pero libérate …grita, llora, suelta todo aquello que inunda tu interior, da vía libre a esos sentimientos y cuando llegue la calma, analiza lo sucedido, lo que lo generó, lo que te llevó al límite previo a “explotar” …y piensa en que cosas son ahora diferentes, una vez que hayas liberado esa tensión interior. Observando si hay aprendizajes que puedas incorporar en tu día a día y en tu estar siendo.
En mi vida profesional, dentro de las presiones en las que se mueven las divisiones comerciales de las grandes empresas, tuve un compañero de trabajo, del que todos hacían elogio de su capacidad de aguante y encaje, de su tranquilidad y de su moderación, nunca tenía un mal gesto, ni una mala respuesta.
Pero esta persona nos sobresaltó a todos un día, cuando, con apenas 35 años, sufrió un ictus y una parálisis de la mitad de su cuerpo, sobre la que los médicos que le trataron, nos indicaron que su carácter frío e inalterable, no expresaba la presión, que realmente sí sufría, no siendo capaz de volcarla hacia fuera, con lo que la acumulación de ella había sobresaturado su propio cuerpo, manifestándose a través de ese ictus debido a factores como el estrés y no dar cauce adecuado al enfado, la ira, enojo, rabia, etc… rechazándolas, e ignorándolas, en su interior. Mi compañero superó aquel trance, recuperando la movilidad del 50% de su cuerpo que llegó a quedar inmóvil, aunque nunca volvió a ser más la misma persona, entre otras cosas porque supo implementar dentro de sí los aprendizajes sobre lo que ocurrió.
«Habla sin controlar la ira y obtendrás el mejor discurso del que podrás arrepentirte».
Ambrose Bierce expresó una acertada afirmación al respecto de los efectos de actuar condicionados por la ira o el enfado en el ser humano: “…habla sin controlar la ira y obtendrás el mejor discurso del que podrás arrepentirte”, y es que, efectivamente, cuando el enfado se adueña de nosotros, caemos víctimas de un secuestro emocional; la amígdala toma el control, abandonamos la racionalidad y las emociones negativas afloran, llegando a hacer, o decir, cosas sobre las que nos arrepentimos más pronto que tarde.
Pero el reto no es ignorar las emociones que nos afloran, sea ira, enfado, rabia o enojo, sino ser capaz de comprender y entender que es lo que nos está sucediendo y canalizar lo que hay detrás de esos síntomas, dándonos, por supuesto, un tiempo, y un espacio, para liberarnos, asegurándonos de que las consecuencias no las paguen otros. El objetivo no debe ser eliminar la ira, el enojo o el enfado, sino aprender a controlarlos, expresándonos de la manera más asertiva posible.
El reto no es ignorar las emociones que nos afloran, sino ser capaz de comprender que es lo que nos está sucediendo
Con seguridad que an algún momento has experimentado estas emociones en ti mismo …recuerda algún caso.
Sobre el ejemplo propio que has recordado en tu caso, aquí van algunas sugerencias de cosas a hacer cuando sufras un nuevo brote de estas emociones:
- Hazte la siguiente pregunta…¿ésto que te está haciendo enfadar en este momento, será importante para tí dentro de cinco años?.
- ¿Qué o quien te está haciendo enfadar? (escribe la respuesta en un papel).
- ¿Qué es lo que te afecta de ésta situación? (escribe la respuesta en un papel).
- ¿Cómo puedes utilizar tu reacción a esta emoción (ira, enfado, rabia, enojo), a tu favor?. (escribe la respuesta en un papel).
En este momento compartiré contigo una técnica que yo me he aplicado a mi mismo en este terreno, desde hace muchos años. Recuerda que la ira es una forma de energía, que puedes utilizar a tu favor, por lo que cuando te sientas enfadado o enojado, te vendrá muy bien hacer deporte y volcar esa energía a través de la actividad física es una forma muy beneficiosa, tanto para tu mente, como para tu cuerpo.
En sus acepciones más positivas, estas emociones, a pesar de todo, nos pueden ser útiles para protegernos y sobrevivir.
«Por cada minuto que permaneces con rabia, pierdes sesenta segundos de paz»
Aplícate el aprendizaje que la vieja leyenda “cherokee” encierra dentro de sí y alimenta, sabiamente, a los dos lobos que viven en tu interior, interpretando sus aullidos, no se trata de vivir eternamente en la ira o el enojo, haciendo caso de la cita de Ralph Waldo Emerson: “…por cada minuto que permaneces con rabia, pierdes sesenta segundos de paz”, pero sí de saber encauzar esas emociones y utilizarlas de forma positiva, como nos indica el psicólogo Walter Riso: “…la ira bien dirigida, sin lastimar a nadie, te ayuda a autoreafirmarte, a defender tu espacio vital, a marcar límites: úsala pacíficamente”.
Artículo publicado en @elespanolcom el 17/08/2017: http://www.elespanol.com/blog_del_suscriptor/opinion/20170816/239546045_7.html
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