La traducción literal del inglés de la palabra “coaching” es entrenamiento y con su implantación en el mundo de la empresa, los negocios y el “bussines” se ha extrapolado a estos ámbitos las prácticas del entrenador en el mundo del deporte, como facilitador del mejor rendimiento del deportista. Decimos que el coaching habla de hacer cosas diferentes para conseguir resultados extraordinarios, ya que si cada día nos enfrentamos a las mismas cosas, de la misma manera, el resultado obtenido siempre será el mismo. La necesidad de iniciar un proceso transformacional está en su esencia.
El coaching ha llegado al mundo de la empresa, de los negocios, de la salud, de la política, etc… alcanzando todos los ámbitos de la actividad humana, también, por supuesto, el campo de las relaciones interpersonales, en lo que se conoce como “life coaching” y, como un “boomerang”, vuelve sobre el deporte como herramienta de acompañamiento para el atleta, para optimizar lo que W. Timothy Galwey, autor de “El juego interior del tenis”, define como el “juego interior”.
Como deportista he practicado varios deportes diferentes a lo largo de mi vida, tengo 29 maratones finalizadas, 3 triatlones “sprint”, sigo compitiendo en los Campeonatos de España de esquí alpino para mayores de 50 años, he practicado desde balonmano a submarinismo, desde atletismo a montañismo, navegación náutica a motor y a vela, golf, ciclismo, etc… y se de la importancia que tiene el “estar presente” en el aquí y ahora de la práctica deportiva para conseguir ganar el propio “juego interior” y , con ello, dar la mejor prestación posible ante el reto que cualquier competición deportiva supone.
En el mundo del deporte, con frecuencia, un atleta entrenado en la técnica de su deporte no alcanza el máximo rendimiento en el momento culmen de la competición, cuando aparecen los miedos, los juicios sobre el propio desempeño y hasta la angustia; el coaching se ha revelado como una herramienta útil para que el deportista supere las limitaciones de su “estar siendo” y sea consciente de los pasos a dar para conseguir el adecuado nivel de concentración que permita que su técnica, a través de los aprendizajes realizados y de las resistencias superadas, aflore con naturalidad en el momento adecuado, permitiéndole ganar su “juego interior” y acometer la competición desde la excelencia y no desde la exigencia. Ese es el gran valor añadido del coaching ontológico en el mundo del deporte.
El coach acompaña al coachee, éste es el dueño del proceso, es él quien decide donde quiere ir, cuál es su reto, define el objetivo y lo persigue con compromiso. El coaching ontológico reconoce la capacidad de crear realidad a partir del lenguaje, ahí radica su fuerza, en las conversaciones pendientes y en la necesaria verbalización del quiebre y del objetivo por parte del coachee, a partir de ello se genera una nueva realidad …¡y el cambio está en camino!.
En el deporte, como en la vida, no podemos cambiar las cosas exógenas a nosotros, pero si podemos actuar con lo que nos sucede a nosotros cuando pasan esas cosas, siendo conscientes de las emociones que se nos generan.
La necesidad de entrenamiento físico o de la técnica de cualquier deporte es evidente, pero para que todo ello afloré en el momento preciso, hay que hacerlo desde un equilibrio que solo se consigue ganando el “juego interior”.
¿Quiénes son los destinatarios del coaching ontológico en el mundo del deporte?, desde luego que los deportistas, pero también los entrenadores y los directivos, que son los responsables que el atleta compita en las mejores condiciones, concentrado en el momento preciso y desde la excelencia.
Coaching y deporte dos palabras hermanas y dos áreas conectadas en las que nos encontraremos.
Mario Martín Lucas, coach y deportista.
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