Un maestro atendiendo a un sollozante niño que, tras recibir un suspenso en un examen, argumentaba ante su profesor que no tenía tiempo para estudiar lo necesario y que esa era la causa de no conseguir sacar buenas notas.
La línea argumental empleada por ese pequeño estudiante, la hemos oído mucho en nuestra vida, incluso la habremos utilizado en alguna ocasión….¡no tengo tiempo!, quizás para esas gestiones que siguen pendientes, como argumento esgrimido para no ir al gimnasio a pesar de pagar la cuota todos meses, para no llegar a tomar esas clases de inglés tantas veces postergadas, para no realizar esas visitas profesionales que tan bien vendrían para tu “networking” (redes sociales relacionadas con la actividad laboral), etc…
¡No tengo tiempo!
Sin embargo …¡sí tenemos tiempo!, y ademas todos el mismo: 24 horas al día, 7 días a la semana. Realmente podríamos decir que “el tiempo” es el verdadero gran amigo de cada uno de nosotros, ya que nos trata a todos con total equidad, pues los minutos y los segundos a disponibilidad de cualquier persona son idénticos, en ese campo no hay diferencia y quizás sea la gran alegoría igualitaria, en un mundo, en demasiadas ocasiones, excesivamente desigualitario.
Somos los dueños absolutos de lo que hacer, y lo que no, con esas 24 horas que forman cada uno de nuestros días, lo que hagamos en cada una de ellas, y en la totalidad de cada día, depende, exclusivamente, de nosotros.
“Aprovechar el tiempo que vuela tan aprisa; el orden os enseñará a ganar tiempo” (Johann W. Goethe)
Por supuesto que en nuestro tiempo tiene que haber espacio para todas las actividades humanas, desde luego para trabajar, pero también para descansar, para el ocio, para la cultura, para el deporte, para el necesario aprendizaje continuo, para nuestros seres queridos, para las relaciones sociales …y, evidentemente, para dormir. El cómo distribuyamos la riqueza de nuestro tiempo, es una elección personal y el primer paso para ello es la consciencia para identificar qué hacer, cómo, cuándo y durante cuánto espacio temporal, de acuerdo a nuestras prioridades.
Desde luego que es una inversión de tiempo adecuada quedar con amigos a tomar unas cervezas durante un par de horas o situarte ante el televisor para ver un programa o una película por la que tienes un interés real, pero dejarse ir, de forma no consciente, en el sofá haciendo zapping o deambular por la calle sin rumbo fijo sí puede suponer una pérdida de tiempo, y debemos recordar que “el tiempo es oro”, más allá de que sea una frase tópica, y aunque no tengamos que sacar dinero de nuestro bolsillo para disponer de él, sí “se nos escapa el tiempo entre las manos” y no se trata de una metáfora.
“Nunca hay suficiente tiempo para hacerlo todo, pero siempre hay suficiente tiempo para hacer lo más importante” (Brian Tracy)
Stephen Covey es uno de los autores y expertos más reputados a nivel mundial en “la gestión del tiempo”, siendo muy célebre su matriz desarrollada en cuatro cuadrantes en la que contrapone las variables de lo urgente y lo importante, tanto en más, como en menos, en ambos casos.
El primer cuadrante enfrenta lo urgente y lo importante. Las tareas aquí recogidas no pueden ser pospuestas y, debido a la necesidad de ser atendidas, nos generarán sensación de ir “detrás de las acontecimientos” y nos harán vernos a nosotros mismos como unos “apagafuegos”, pudiendo aparecer el “stress” y cierta sensación de cansancio.
Ejemplos de esas tareas puede ser una avería doméstica, el ordenador que deja de funcionar o un accidente, circunstancias todas ellas que afectarán el ritmo de cualquier agenda, porque la necesidad de gestión de ellas se impondrá.
“¿Amas la vida?, pues si amas la vida no malgastes el tiempo, porque el tiempo es el bien del que está hecha la vida” (Benjamin Franklin)
El segundo cuadrante es muy interesante, y nos orientará hacia la planificación, serán tareas no urgentes, pero sí muy importantes, como cuidar la salud (revisiones para la prevención), el bienestar, la cultura, la formación, networking, relaciones sociales, hacer algo deporte con una programación que sea regular en nuestra agenda, etc…
Cada una de las tareas que aparezcan en este segundo cuadrante, tienen que ver con la felicidad, especialmente con la autopercepción tuya sobre ello y aunque ninguna sea esencial en el día a día, si lo será el hábito de tenerlas incorporadas en la programación de tu agenda a largo plazo.
El tercer cuadrante contrapone las cosas que carecen de importancia pero se presentan como urgentes, protagonizadas por cualquier tipo de interrupción en tu tarea, como llamadas telefónicas o visitas inesperadas.
“Si el tiempo es lo más valioso, la pérdida de tiempo es el mayor de los derroches” (Benjamin Franklin)
Y en el cuarto cuadrante aparecerán todas aquellas cuestiones que ni son importantes, ni urgentes, al cual Stephen Covey le denomina como el “cuadrante inútil” y ejemplos de ellas serían navegar por internet sin objetivo claro, ver la TV para dejar pasar el tiempo, entrar y salir constantemente en redes sociales, revisar una vez y otra el correo electrónico, etc…
La mayor aportación de esta herramienta de Stephen Covey para “la gestión del tiempo” es la ayuda que presta para identificar aquellas tareas que forman parte del “segundo cuadrante”, que son aquellas en las que nos debemos centrar, priorizándolas con visión de largo plazo.
Personalmente me ha sido muy útil, en mi propia experiencia sobre gestión del tiempo, y por ello lo comparto contigo, imaginarme las 24 horas de cada día como una especie de mueble que tuviera veinticuatro pequeños cajones, de tal modo que cada uno de ellos lo pudiera dedicar a aquellas tareas, que de forma totalmente consciente, haya decidido priorizar para cada momento de cada jornada, desde las necesarias horas de sueño, a las que tenga que dedicar a mi actividad profesional, a cuestiones domésticas, a la formación, al descanso, al deporte, a la cultura, a relaciones sociales, etc…
“El tiempo es a la vez el más valioso y el más perecedero de nuestros recursos” (John Randolph)
Al margen de tener identificadas las tareas que entendemos prioritarias y su organización temporal, será muy importante ser consciente de la aparición de lo que podemos llamar “ladrones de tiempo”, sean en forma de interrupciones inesperadas, llamadas de teléfono, el correo electrónico, las redes sociales, internet o las reuniones improductivas. Nada nos obliga a tener que estar permanentemente disponible (puedes apagar el sonido de tus terminales o simplemente desconectarlos), sea a través de WhatsApp, servicios de mensajería, e.mail o teléfono, debes ser consciente del impacto que ello tiene sobre tu actividad principal en cada momento, para la gestión de todos estos medios, o canales, es suficiente con que dediques un tiempo agrupado para su administración, quizás con dos o tres veces al día seria suficiente, evitando contestar interactuaciones a horas intempestivas, ya que si lo haces, ese hábito se retroalimentará desde la otra parte.
En el mundo profesional, el exceso de reuniones, muchas veces con duraciones excesivas, representan otro importante “ladrón de tiempo” y se debería recordar que la eficacia de las mismas es inversamente proporcional a su duración. En la planificación de cualquier reunión, y en su convocatoria, debería estar claro su tiempo de duración, el objetivo concreto de la misma, y el orden del día; realizándose un cierre de la misma que recogiera el plan de acción a desarrollar a partir de ella.
“No soy producto de mis circunstancias. Soy producto de mis decisiones” (Stephen Covey)
No se trata de vivir nuestro día a día totalmente sujeto a una agenda prefijada, pero si decides optar dejarte llevar durante un tiempo o unas horas, sí que seas consciente de aquellas cosas que dejarás de hacer como contrapartida. La decisión que tomes será acertada si estás comprometido con ello, pero muy importante es que tengas consciencia sobre tu elección y su coste de oportunidad.
Decía Stephen Covey que “No soy producto de mis circunstancias. Soy producto de mis decisiones” y una decisión principal de cada persona tiene que ver con “la gestión del tiempo”, que es un rasgo característico en quienes consiguen hacer lo que realmente quieren hacer.
Hagas lo que hagas, consigas lo que consigas, se responsable y no digas, como aquel alumno a su profesor…¡no tengo tiempo!, porque tiempo sí que tenemos cada uno de nosotros, y en nuestra capacidad está decidir en que emplearlo y cómo. Es tu decisión.
Artículo publicado en @elespanolcom el 25/06/2019: https://www.elespanol.com/blog_del_suscriptor/opinion/20190625/valor-tiempo/409029095_7.html
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