¿Existe la felicidad?
“Felicidad no es hacer lo que uno quiere sino querer lo que uno hace”, difícil encontrar una definición más acertada de la palabra que expresa la búsqueda infinita, siempre inacabada, del ser humano, como ésta que nos regala Jean Paul Sartre.
¿Existe la felicidad?, ¿se puede ser feliz?, ¿es alcanzable la felicidad? …¿o es solo una quimera que nos sirve para consumir nuestra vida en busca de ella?.
Recuerda uno de esos momentos en los que fuiste capaz de decir: ¡soy feliz!, ¿que pasaba entonces?, intenta identificarlo. Quizás tuviera que ver con que alcanzaste algunas de las metas que, previamente te habías propuesto: lograr el puesto de trabajo que anhelabas, la cita con la persona de la que te sentías atraído, superar una enfermedad, tener un hijo deseado, etc…
Con lo cual se podría decir que lo que se conoce como “felicidad”, o al menos los efectos placebos con los que se identifica dicho estado, tienen que ver con conseguir culminar un proceso que se persigue desde un determinado estado.
¿Se puede ser feliz?, ¿es alcanzable la felicidad?.
Los más escépticos podrían decir que la felicidad, en estado permanente no existe, sino que de lo que sí podríamos hablar es de puntuales “momentos felices” vinculados a conseguir esos determinados hitos que marcamos como objetivos.
Quizás podríamos decir que solo es valorable el estado de felicidad, cuando no se tiene; igual que solo se aprecia el estado de tener salud, cuando se carece de ella; o disfrutar de la rutina de una predecible vida laboral, cuando ello falta.
Pero la felicidad también es disfrutar de una conversación relajada con amigos, de las risas que brotan con naturalidad, de aceptarse uno mismo con sus imperfecciones y esas particulares cosas que no haces tan mal, de ser capaz de dejarse ir en los brazos de Morfeo tras un buen almuerzo casero, de emocionarse ante una buena obra de teatro o leyendo un libro que no eres capaz de cerrar. Felicidad es saber disfrutar de cada una de las pequeñas cosas que elegimos en nuestro día a día, de la carrera mañanera con la que comienzas cada día, del vértigo de empezar a hilvanar una letra con otra, una palabra con la siguiente, tras exponerse a un folio en blanco, creyéndose un escritor.
Lo que es absolutamente cierto es que el camino hacia la felicidad, si es que existe, es único, personal e intransferible para cada persona. Lo que es felicidad para una persona, no supone que lo pueda ser para otra.
La felicidad depende exclusivamente de ti.
Os pondré un ejemplo, hace algunos años conocí a un grupo de familias que queriendo compartir lo que tenían hacia personas menos favorecidas, se organizaron par acoger, durante el verano, a niños procedentes de aldeas del norte de África; durante ese periodo ponían todo su esfuerzo en hacer lo que ellos entendían que podría hacer más felices a esos niños, en las semanas que les tenían en sus casas: vacaciones en la playa, visitas a parques temáticos y de atracciones, regalos de los últimos juguetes de moda, equipaciones completas de los equipos de futbol más famosos del mundo, las comodidades de los hogares occidentales, etc…
Huéspedes y anfitriones se intercambiaban momentos de felicidad, unos obsequiando y los otros sintiéndose agasajados como nunca lo habían estado en su vida, pero al finalizar su estancia en España, los niños volvían a sus aldeas, con sus regalos, pero siendo conscientes de lo que dejaban atrás…¿esos niños eran más felices que cuando llegaron a esas vacaciones de ensueño?, quizás más de uno de vosotros podáis llegar a pensar que lo eran menos, pero lo que es obvio es que los anfitriones sí habían logrado su felicidad, consiguiendo sus expectativas en tiempo y forma.
Felicidad no es hacer lo que uno quiere, sino querer lo que uno hace.
Quizás la clave de la felicidad, más allá de este ejemplo, esté en la capacidad de saber disfrutar del presente, del momento, del aquí y del ahora.
Así pues el reto seria conseguir sentirse a gusto con las cosas con las que uno ocupa su día a día, esas pequeñas cosas pueden ser la clave de ese gran enigma que se enuncia con la palabra felicidad. Lo importante es que tú la sientas, conseguirlo depende, exclusivamente, de tu actitud, de tí, de tu forma de ver y de tu forma de interpretar tu realidad y tu cotidaneidad: el gran enigma de la felicidad reside en ti…dentro de ti, no la busques fuera.
Benjamin Franklin enunció una formulación que nos da la clave: “…la felicidad humana generalmente no se logra con grandes golpes de suerte, que pueden ocurrir pocas veces, sino con pequeñas cosas que ocurren todos los días”.
¡Estate atento y ten todos tus sentidos abiertos para disfrutar de esas pequeñas cosas que, cada día, suponen tu felicidad!.
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