Se dice que cualquier cosa elaborada por la mano del hombre, o de la mujer como seres humanos ambos, es mejorable por definición y que, de alguna manera, la perfección no existe, ni siquiera en obras artísticas como las firmadas por Diego Velázquez, Ludwig van Beethoven, Francisco de Goya, Miguel Ángel Buonarroti o Tiziano Vecellio, por citar solo algunos ejemplos.
«Si esperara la perfección, nunca acabaría mi libro» (Proverbio chino)
De la premisa anterior se podría deducir que cualquier obra, incluso las más sublimes, tienen capacidad de mejora, lo cual desde un punto de vista de la búsqueda de la perfección llevaría a sus autores a realizar una corrección tras otra con, cada vez, unas mejoras más sutiles, y menores, que les podrían llevar hasta el infinito. Esas mejoras, vistas desde un punto de vista matemático podrían ser representadas con la imagen de una curva inelástica que crecería poco a poco, pero sin conseguir alcanzar el máximo por definición, no recompensando al autor, o artista, en su esfuerzo.
En muchas actividades humanas esa búsqueda de la perfección termina, además de no conseguiéndose, por resultar no productiva y es ahí donde encaja perfectamente, en mi opinión, la célebre cita de Voltaire de “Lo perfecto es enemigo de lo bueno”, lo cual pone el acento sobre que, en cualesquiera actividad humana, es preferible hacer, o producir, con un “standard” de buena calidad, en un tiempo adecuado y razonable, que obsesionarse con la perfección, consumiendo recursos, tareas y tiempo en la búsqueda de la excelencia, o perfección, para finalmente no conseguirlo, como hemos indicado, por definición del propio concepto.
En la búsqueda de la perfección, se suele dejar de lado la eficiencia.
El argumento filosófico que se encierra en la cita de Voltaire también se conoce como la “Falacia de Nirvana” cuyo sustrato está en rechazar una acción o idea al compararla con lo mejor, o perfecto, siendo ésto, por definición, imposible y, por lo tanto, inabarcable.
En un mercado tan global como el actual y con niveles de gran competencia en cualquier actividad humana de la que participemos, lo que marca diferencias es el concepto de calidad en los productos y servicios, en la búsqueda de la excelencia; ahora bien, debemos ser conscientes de lograr esa calificación excelente para nuestra producción desde el equilibrio entre la calidad obtenida, frente a la dedicación y esfuerzo que nos exija. Recordando que una cosa es la búsqueda de la excelencia y otra, bien distinta, la obsesión por la perfección.
Con seguridad que tu actividad profesional no tendrá que ver, únicamente, con una cierta tarea, sino que tu responsabilidad, y ámbito profesional, será multitarea, por ello tan importante como obtener un producto, o servicio final, con la calidad adecuada, incluso un punto superior al mercado y tu competencia, será tan necesario como saber que tiempo puedes, y debes, dedicar a ella, porque el posible tiempo excesivo que le dediques, irá en merma de tus otras obligaciones.
No todo el mundo tiene la oportunidad de hacer grandes cosas, pero sí la capacidad de hacer cosas pequeñas a lo grande.
En cualquier actividad humana la calidad es un rasgo necesario, sin el cual no podríamos lograr la supervivencia profesional, pero en el mundo en el que vivimos dejar una huella también exige una cierta presencia constante a través de diferentes trabajos, lo que nos lleva a afirmar que es más interesante una producción constante con la calidad adecuada, que vivir en la angustia de exigirse uno mismo la perfección en un producto que nos consuma un tiempo, y esfuerzo, excesivo.
La búsqueda obsesiva de la excelencia, y con ello de la perfección, suele suponer ignorar la eficiencia, traspasando un peligroso límite entre las cosas que son posibles en el mundo real y las que solo existen en la utopia. Siendo pertinente recordar la definición de objetivo en el plano económico, que para estar correctamente fijado debe, al tiempo, ser conseguible, y posible, aún estando situado fuera de la zona de confort del sujeto que se lo proponga alcanzar.
«No temas a la perfección. Jamás la alcanzarás” (Salvador Dalí)
No todo el mundo tiene la oportunidad, ni la capacidad, de hacer grandes cosas, pero lo que sí podemos hacer, todos y cada uno, son cosas pequeñas a lo grande y esa es la idea que subyace en la afirmación que pone título a estas líneas: “No te exijas lo perfecto, haz lo adecuado”. Desdramatiza tu relación con la perfección, porque tal como afirmaba el genial pintor Salvador Dali: “No temas a la perfección. Jamás la alcanzarás”, él lo sabía y todos lo debemos aceptar e incorporar a nuestro día a día.
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