Alejandro tenia ubicada a Marta hacía tiempo, los diez años que ella era mayor que él no expresaban suficientemente lo lejos que se sentía de sus planteamientos; pero un día de primavera su distancia se consolidó definitivamente.
Ella trabajaba en Recursos Humanos de su empresa y, aprovechando una reunión informal, le hizo especial mención respecto a los retrasos con los que él llegaba a su puesto de trabajo. A partir de ese momento nada fue igual para él, ya que ese comentario le aportó consciencia sobre cómo le veían los demás.
Todo cambio desata una dinámica en cadena más allá de sí mismo.
Alejandro solucionó el problema, simplemente, adelantando la hora de la alarma de su despertador, la pregunta de por qué no lo había hecho antes no llegó a encontrar respuesta en si mismo, pero lo cierto es que, en muchos ámbitos, hubo un antes y un después de esa pequeña anécdota; ya que no solo anticipó en un amplio margen su hora de llegada al puesto de trabajo, sino que esa misma consciencia le llevó a otros escenarios como el orden o la programación de las actividades de su día a día.
¿Era distinto el Alejandro anterior a aquel episodio o era el mismo?. Lo que es cierto es que, a partir de entonces, fue consciente del impacto de sus acciones en los demás y de las consecuencias que tenían sus propios actos. Todo cambio desata una dinámica en cadena más allá de sí mismo.
La esencia de cualquier cambio está en querer.
Sobre el ejemplo anterior, piensa en que hábitos querrías incorporar a tu propia dinámica en el día a día, quizás perder algún kilo de más o incorporar el deporte como una actividad periódica. Sí es así el camino acertado será irte marcando pequeños objetivos que sean conseguibles en sí mismos y que te permitan visualizar el inicio de un plan a realizar. Nadie empieza por correr una maratón de un día para otro, pero comenzar por hacer un paseo de 2 o 3 kilómetros e incorporarlo a tu rutina diaria sí sea posible.
Quizás a esa nueva actividad física le venga bien incorporar una forma de alimentación más sana y equilibrada, donde la dieta mediterránea con sus frutas, legumbres, verduras o pescado azul, adquieran un mayor protagonismo. Identifica que alimentos debes eliminar para acercarte a tu objetivo y que otros debes priorizar. Hazlo poco a poco, no se trata de hacer cambios radicales, pero sí de ir recorriendo un camino con una meta clara.
“La excelencia no es un acto, sino un hábito” (Aristóteles)
¿Quieres ser más ordenado?, plantéate retos asumibles en el corto plazo, que quizás deben comenzar en el pequeño límite de los cajones de la mesa de trabajo que utilices, después con la estantería cercana, y poco a poco llegarás a todos los espacios de tu casa, incluidos esos armarios en los que ya no recuerdas ni lo que contienen; aprovecha para aligerarte de cosas y elementos que no te aporten nada en tu presente.
¿Podrías optimizar tu productividad?, reflexiona que cosas hacer para irla incrementando poco a poco, quizás pequeñas cosas como dejar de estar pendiente de las redes sociales en todo momento, consultar el teléfono solo cada cierto tiempo, silenciar sus sonidos o hacer una gestión agrupada de pantallas, tablets y cuentas de correo electrónico, sean estrategias humildes pero reconfortantes en sus resultados.
“Quien no esté dispuesto a hacer pequeños cambios, nunca hará grandes cambios” (Mahatma Gandhi)
Cada uno de esos pequeños cambios que tú identifiques en tu día a día, te marcará el camino de una evolución mucho más profunda, y perseverar en ella está en tu mano.
Cuando consolides alguno de esos pequeños cambios prémiate como mereces, ahí también la consciencia será muy importante en el resultado al retroalimentar tu propia autoestima abonando el terreno de la autoconfianza en tu quehacer, recordando la cita de Robert Collier de “tus posibilidades de éxito en cualquier proyecto siempre se pueden medir por tu confianza en ti mismo”, elemento fundamental en los nuevos cambios que abordarás y conseguirás, desde los pequeños a los más grandes.
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